lunes, 6 de agosto de 2012


3RA ÉPOCA: ÉPOCA ACTUAL (1980-2000)

La idea de una arquitectura dominicana se convirtió en tema preocupante a principios del decenio de 1980 con la incursión de un grupo de jóvenes arquitectos motivados por el deseo de definir una imagen propia. La creación de una arquitectura que respondiera a las condiciones culturales y ambientales del país fue el objetivo de este grupo que trataba de abrirse camino a pasos agigantados en el escenario local.
La aspiración de conformar una arquitectura mejor adaptada a la realidad dominicana que tanto preocupó a principios del decenio de 1980, coincidió con similares condiciones en varios países de la región. Allí también el impulso por hacer una arquitectura comprometida culturalmente con sus respectivos países – desde el punto de vista histórico, social, cultural y económico – estaba en ebullición y se convirtió en un tema común de la región a través de los intercambios entre los profesionales que hacían arquitectura en el Caribe. Las perspectivas de colocar la preocupación por la arquitectura representativa de la geografía antillana, abrían unas posibilidades hasta entonces desconocidas por los arquitectos de la región y les permitió reconocerse a través de códigos similares que solidificaban su búsqueda. La fuerza de este proceso y la justificación del mismo coincidieron con el escenario internacional posmoderno que se encontraba en la cúspide.
Parte de los anhelos de la nueva generación de arquitectos caribeños tiene su base en los parámetros impuestos por una arquitectura internacional que inducía a la exploración interna y a la liberación de los prejuicios en contra de los valores que la historia contenía. En consecuencia, muchos arquitectos se sintieron comprometidos con la construcción de un discurso que reflejara el orgullo por su pasado y la revalorización de las soluciones arquitectónicas anteriores. La revisión de la arquitectura de 1980 a 1990 en la República Dominicana3 permite afirmar que su propuesta estuvo encaminada hacia el logro de una imagen estético-formal apoyada en los patrones históricos, en las soluciones populares y en la introducción de los elementos vernáculos, que se manifestaría con más fuerza en la década siguiente, cuando las condiciones geopolíticas reorganizaron la visión del mundo.

La aplicación de ciertos esquemas de la arquitectura, previos al Movimiento Moderno, fue considerada casi como estandarte en los proyectos de arquitectura. El clima, los filtros, los materiales tradicionales, la espacialidad de los esquemas populares, entre otros, fueron temas cada vez más preponderantes en los planteamientos del diseño académico. Este fenómeno, gradual y cada vez con mayor incidencia, tuvo su apogeo a finales de la década de 1980, y coincidió con la realización de los primeros eventos regionales y continentales, donde los arquitectos del Caribe tuvieron la oportunidad de encontrarse y mostrar sus preocupaciones por crear un espacio común para ellos. En efecto, los primeros Encuentros de Arquitectura y Urbanismo del Caribe, junto con la creación de las bienales nacionales y las invitaciones a bienales regionales, abrieron las oportunidades para intercambiar criterios y reconocer las mismas preocupaciones.

El despertar de la arquitectura como elemento de identidad de la cultura dominicana tuvo su momento culminante con la demolición del Hotel Jaragua en 1985, a pesar de las acciones precedentes que contribuyeron a su conformación. Las manifestaciones para su preservación acapararon la atención del momento y abrieron el debate acerca del valor de la arquitectura – la arquitectura reciente – como bien cultural. El enfrentamiento entre el interés político, económico y el valor cultural fue el tema protagonista, y los arquitectos se colocaban por vez primera ante la necesidad de defender sus criterios sobre la importancia del inmueble como eslabón de la cultura dominicana y su condición de referente, frente a un amplio sector que no entendía estas afirmaciones y lo visualizaba como un simple resultado de las leyes del mercado.
A mediados de la década de 1980, algunas obras reflejaban una imagen seudo-nacional o regional, apoyada en la combinación de elementos decorativos, el manejo del espacio y composiciones formales del pasado. La falta de investigaciones más profundas y continuas terminó por agotar los recursos creativos y la arquitectura cayó en una repetición que desvirtuó los procesos originales y la encaminó a un callejón de difícil salida.

El tema de la novedad recibió una influencia directa y un empuje con la idea de modernidad que fue impulsada desde el Estado, durante los últimos gobiernos de la década de 1990. La obsolescencia de los dogmas y la recomposición de la geopolítica mundial motivaron al abandono de las teorías y preocupaciones que manifestaba la cultura hasta finales de los ochenta. La duda, como fundamento del relativismo contemporáneo, permitió que los arquitectos se despojaran de ciertos valores y compromisos adquiridos con la sociedad – la idea de una arquitectura social, por ejemplo –, y les condujo al reordenamiento y selección de las ideas que se ajustaran a sus propias aspiraciones y a su personalidad.



FARO A COLON



Museo de las Américas y Tumba Mausoleo del Almirante Cristóbal Colón, comúnmente llamado Faro a Colón, ubicada en la parte oriental de la ciudad de Santo Domingo, al otro lado del Río Ozama. 18.4786° N 69.8682° O

HISTORIA
El historiador dominicano Antonio Delmonte y Tejada, en su libro "Historia de Santo Domingo" (La Habana, 1852) había expresado la idea de erigir un monumento en honor al Almirante, en Santo Domingo. Ya en 1914 el norteamericano William Ellis Pulliam promovió en la prensa de su país la construcción de un faro monumental en la primera ciudad del Nuevo Mundo. La idea se torna en un carácter más universal en 1923 durante la celebración en Chile de la Quinta Conferencia Internacional Americana, cuando se decreta que ese monumento debía construirse en cooperación de todos los gobiernos y pueblos de América.

Se realizó un concurso para elegir quién sería el arquitecto que diseñaría esta obra; el arquitecto J. L. Gleave ganó el concurso de entre 455 participantes de 48 países. Durante el gobierno del Joaquín Balaguer se da comienzo a la obra, en 1986, bajo la supervisión de el arquitecto dominicano Teófilo Carbonell, y culminando la construcción del monumento en 1992, a tiempo para la celebración de los "500 años del Descubrimiento y Evangelización de América".

Este es el único en su especie, con 251 faroles que adornan el cielo, y una luminaria que da la vuelta al mundo.



INSTITUTO POSTAL DOMINICANO
(INPOSDOM)

Sede de El Instituto Postal Dominicano o mejor conocido como INPOSDOM, su diseño original fue realizado por el Arq. Pedro Haché y el Arq. Lil Guerrero, en el año 1987.




EDIFICIO BHD


En 1980 se construyó uno de los edificios más importantes de la década: la sede del Banco Hipotecario Dominicano, hoy BHD, de Plácido Piña con Harry Carbonell.
En esta obra se advirtieron ciertas libertades formales de la arquitectura moderna, con una novedosa disposición hacia el espacio urbano que permitía al edificio actuar como una pieza coherente e integradora con la ciudad. La secuencia espacial producida desde la calle hasta el interior, motivó a los arquitectos locales hacia la valoración del emplazamiento en el desarrollo de sus proyectos arquitectónicos y a convertirlo en un tema importante en el diseño. La idea de calle, acera, jardín, terraza, plaza, porche, portal de entrada e interior, fue paradigmático para la arquitectura de principios de la década de 1980, efecto que tenía su referencia en la nueva sede del Banco Central, de Rafael Calventi, en 1974.

Los arquitectos desarrollaron, además, los conceptos de apertura-cierre, visuales-no visuales, límites físicos-límites sicológicos, que, junto a la fuerza simbólica del edificio y su evocación a la arquitectura brutalista, establecieron un nuevo espíritu en los proyectos posteriores. El manejo de las cuatro caras exteriores que representan el entendimiento de su emplazamiento, y los detalles ornamentales en el tratamiento de las superficies de hormigón visto, establecieron nuevas posibilidades a la forma de hacer arquitectura en el país.19 Sin embargo, el edificio se mantuvo dentro de la estética de la arquitectura moderna, a pesar de su importancia como hito de la arquitectura del momento.

Dos columnas clásicas, en cambio, consideradas fuera de escala, innecesarias e incomprendidas, se convirtieron en el detonante de la nueva imagen que anunciaba el rompimiento con la arquitectura moderna en el país. La solución formal de la residencia Pichardo, de Eduardo Lora Bermúdez, en 1981, fue motivo de críticas y revisiones de los arquitectos dominicanos, quienes vieron en esta propuesta un manejo extraño en la forma, la escala, los detalles y su uso de elementos históricos locales y externos, ajenos a la modernidad. Esta pequeña obra, de carácter privado y con una ubicación estratégica en una de las principales avenidas de la ciudad de Santo Domingo,20 se convirtió en elemento de discusión y de promoción de una arquitectura que arrancó con una fuerza inusitada en el país y que forma parte de la contemporaneidad local para distintas obras nacionales.



AEROPUERTO INTERNACIONAL DE PUNTA CANA

Aeropuerto Internacional de Punta Cana es un aeropuerto ubicado en la costa oriental de República Dominicana. El aeropuerto cuenta con un estilo de construcción tradicional. Algunas terminales cuentan con techos en hojas de palmera y, según estadísticas oficiales, es el aeropuerto con más tráfico aéreo de República Dominicana.

Diseñado en varias etapas (1980-2008) por Oscar Imbert Tessón. Obtener el permiso de operación de esta instalación realizada en materiales vernáculos fue todo un logro del Arq. Imbert.


                                                                                            Kristopher Concepcion 

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